Por Gustavo Martinez Quiroga
Qué es la posverdad, sino el triunfo de la mentira disfrazada de posmodernidad. Qué son las fake news (noticias falsas) sino el antiperiodismo copando redes sociales y espacios en medios de comunicación “respetables”.
Qué es el lawfare (denuncias,indagatorias, imputaciones y hasta condenas judiciales sin pruebas) más que la nueva herramienta jurídica del poder económico mundial para dominar las mentes de los ciudadanos. Para denostar o para posicionar una persona o a un sector de la comunidad, basta con armar una operación, inventarse una historia y disparar con la metralleta mediática durante varios días consecutivos. Nada nuevo, si nos remontamos a los folletos y los panfletos mentirosos de Joseph Goebbels en la Alemania Nazi, pero con un poder recargado por el impresionante avance de la tecnología de la información y la comunicación. Salvando las diferencias con Adolf, Donald llegó a la Casa Blanca gracias a un ejército de trolls difundiendo sus “mentiras verdaderas” en internet.
Generalmente la operación está estratégicamente estudiada, psicológicamente diseñada para causar en las mentes de los receptores el objetivo buscado. Pautada, medida, pensada hasta en sus mínimos detalles. Y , lo que es peor, puesta en práctica con una impunidad que asusta.
Aquellos pocos entrenados en el análisis crítico de mensajes, podrán sospechar una intencionalidad o dudar de la veracidad de la noticia, pero la gran mayoría la tomará por cierta y actuará en consecuencia. Cuando la realidad salga a la luz si es que le damos crédito a aquello de las patas cortas, sólo el interesado twiteará que fue falso, pero ésta vez nadie se preocupará por replicarla. Tanto se repitió la mentira que, como decía el propagandista nazi, se convirtió en verdad.
La propaganda macrista sabe aceitar la maquinaria para hacer creer que “lo peor ya paso, es el único camino, la culpa es de la pesada herencia, la inflación esta bajando, el país esta creciendo”, etc. etc. Asombra escuchar a algunos funcionarios sostener estas mentiras ante micrófonos sin repreguntas con una desfachatez inaudita. El problema es que tarde o temprano, se logre o no desviar la atención hacia otros temas , la tragedia del fracaso macroeconómico se reflejará cada vez más en el bolsillo familiar y puede que termine decidiendo el voto. Aquí la verdad de las tarifas impagables, de la canasta alimentaria vacía, el drama de no llegar a fin de mes, terminará por imponerse. Ese es el límite que tiene el nuevo sistema para domar voluntades. Hay que mantener satisfechas al menos las necesidades básicas alimentarias. Cuando n i eso está, no hay troll ni fake news, ni promesas de brotes verdes que valgan.
En un año electoral, la maquinita de pintar paisajes idílicos en telones que intentan cubrir la dolorosa imagen de un país que se hunde, funcionará a tiempo completo. Pero como no es suficiente, se intentará embarrar la cancha.
Desacreditar al adversario por cualquier vía y de cualquier forma, sobre todo teniendo el aparato judicial y mediático a disposición, es otra de las “conquistas” de la nueva política. Habrá mucho de eso también. Tentar a dirigentes opositores para que rompan un proceso de unidad es otra de las posibilidades. La campaña recién comienza. Estamos ante los manotones de ahogado de un neoliberalismo en decadencia que intenta mantenerse en superficie. Y esta dispuesto a lo que sea para defender a los grandes capitales corporativos y a la patria financiera: La concentración de riqueza en un puñado de manos tan ambiciosas que no logran ver que están cavando su propia tumba.