El Premio Nobel de Medicina Richard J. Roberts, denuncia que los fármacos que curan no son rentables y por eso no son desarrollados por las farmacéuticas que, en cambio, sí desarrollan medicamentos cronificadores que sean consumidos de forma serializada.
Esto, señala Roberts, también hace que algunos fármacos que podrían curar del todo una enfremedad no sean investigados. Y se pregunta hasta que punto es válido que la industria de la salud se rija por los mismos valores y principios que el mercado capitalista, los cuales llegan a parecerse mucho a los de la mafia.
Además, dijo que si fuera ministro de Ciencia «buscaría a gente entusiasta con proyectos interesantes; les daría el dinero justo para que no pudieran hacer nada más que investigar y les dejaría trabajar diez años para sorprendernos» y la necesidad de que el estado financie la salud e investigaciones.
También dijo que «la investigación en la salud humana no puede depender tan sólo de su rentabilidad económica. Lo que es bueno para los dividendos de las empresas no siempre es bueno para las personas» y que «la industria farmacéutica quiere servir a los mercados de capital» donde está en juego «nuestra salud y nuestras vidas, las de nuestros hijos y millones de seres humanos».
Consultado sobre que si las investigaciones fueran rentables, los investigadores investigarán mejor a lo que el Premio Nobel contestó «si solo pensas en los beneficios, dejas de preocuparte por servir a los seres humanos»
Incluso, contó que comprobó «como en algunos casos los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto medicinas muy eficaces que hubieran acabado por completo con una enfermedad» y que dejan de investigar «porque las farmacéuticas a menudo no están tan interesadas en curarle a usted como en sacarle dinero, así que esa investigación, de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que cronifican la enfermedad y le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento.