Con la realización de una misa concelebrada, el fray de la Orden de los Agustinos Recoletos, Carlos María Domínguez quedó consagrado como obispo titular de Vita y auxiliar de la Arquidiócesis de San Juan de Cuyo.
El oficio en el que a fray Domínguez le fueron impuestas las manos como obispo auxiliar de la provincia, también contó con la presencia del arzobispo de San Juan, monseñor Jorge Eduardo Lozano y medio centenar de altos prelados de la Iglesia Católica de diversos países y de distintas diócesis provinciales.
Fray Domínguez fue ordenado por el Papa para ocupar la jerarquía de obispo auxiliar de San Juan, cuya función es asistir al arzobispo Lozano en todo lo necesario para llevar adelante la misión de la Iglesia. Es una gran ayuda y apoyo para el desarrollo de las tareas pastorales.
En la ceremonia fue leído un mandato que el Papa Francisco envió, el pasado 22 de abril, que dice:“Puesto que el honorable hermano Jorge Eduardo Lozano ha deseado duramente poder contar con una colaboración fraterna en el desempeño del gobierno de la vida de la diócesis, a fin de impulsar de modo más eficaz el progreso espiritual del pueblo de Dios; nos ha parecido bien, querido hermano, confiarte esta responsabilidad porque sabemos que estás bendecido de las cualidades de mente y corazón para el virtuoso desempeño de este ministerio pastoral. Por tanto, escuchando al consejo de la congregación para los obispos, con nuestra autoridad apostólica, te constituimos obispo auxiliar de la comunidad especial metropolitana de San Juan de Cuyo”.
Por su parte, en su homilía, monseñor Jorge Lozano, tras agradecer la generosidad de la Orden de los Agustinos Recoletos, de donde viene el Fray Carlos María Domínguez, dedicó algunas palabras al nuevo obispo auxiliar: «Querido hermano Carlos María, el episcopado, lo sabemos, no es ni un honor ni un premio. Qué triste sería si lo viéramos de esa manera. Como enseña nuestro maestro, fuiste llamado para servir y no para ser servido. El mismo Jesús nos dice que el mayor se haga el menor y el servidor de todos. El papa Francisco nos lo explica de una manera elocuente con esta imagen de la iglesia como una pirámide invertida donde, quienes tenemos el servicio de estar conduciendo con alguna responsabilidad tenemos que estar por debajo y a la orden de los demás. Cuando pensábamos en qué fecha proponer esta consagración veíamos que este día, el de San Pedro y San Pablo era hermoso para hacerlo. Día que también dedicamos a honrar al Papa Francisco.
En el libro de los hechos de los apóstoles cuando se nos cuenta la designación de los diáconos, los mismos apóstoles dicen que ésta designación es para dedicarnos a la oración y el ministerio de la palabra, para rezar y predicar. En eso consiste nuestro oficio.
La gente nos pide con insistencia que recemos por ellos y nos cuentan de sus sufrimientos, de sus dolores, alegrías, para que podamos llevar todo eso a Dios. Nuestra oración está cargada de rostros de historias, de situaciones que confiamos a la ternura del Padre y la predicación con la vida y con las palabras, para también llevar a los hermanos el rostro tierno de Dios. Muchas veces somos testigos de un maravilloso encuentro de Dios con sus hijos y de sus hijos con él. Dios te conceda poder gozar de este encuentro que es obra de Dios que nos regala ser testigo de esos momentos. Como nos decía el obispo y mártir Angeleri, tenemos que tener un oído en el pueblo y otro en el evangelio. Para nuestro ministerio tenemos un modelo muy elevado: Jesús, el buen pastor, que conoce y es conocido. Que escucha y es escuchado.
Hace poquitas semanas en el encuentro con el Papa, nos pedía tener esta actitud de escucha a los sacerdotes, a los pobres y a los jóvenes. Que en eso se pueda gastar nuestra vida y nuestro tiempo, en la cercanía del corazón. Amar a todos y escuchar a todos.”, dijo.
Para cerrar, Lozano dijo “Hay una consigna que nos orienta: ‘Somos un pueblo que camina, anuncia y sirve’. Queremos en San Juan ser iglesia, como una madre que va al encuentro de sus hijos, los que nos confía Jesús: los pobres, los encarcelados, los que no encuentran un sentido para la vida, los que están en las periferias geográficas y existenciales. Te pido nos ayudes en este camino de servicio fiel a nuestro tiempo y a nuestro pueblo. A su vez, es bueno que recordemos este sentimiento de pablo de tener preocupación por todas las iglesias. Que nuestra mirada y nuestro corazón se puedan ensanchar al mundo entero. Querido Carlos María, gracias por tu sí, que la Virgen te regale el consuelo y su ternura de madre. La iglesia de San Juan de cuyo te recibe con alegría y cuenta con vos. Bienvenido”, cerró.
El nuevo Obispo Auxiliar de la provincia, brindó su palabra en la ceremonia y tras agradecer a todos los presentes se dirigió a los sanjuaninos y dijo: “por fin nos encontramos! En esta tarde de invierno pero llena de calor San Juan se vuelve tonada en la voz. Quiero tocar con humildad, respeto y suavidad el corazón de cada sanjuanino. Quiero pedir permiso para entrar en sus vidas y compartir con ustedes lo más valioso que se me ha dado, a Jesucristo. Soy consciente que me integro a la historia y al caminar de la iglesia de San Juan, una iglesia que he percibido llena de vida, para colaborar con su pastor. No vengo a dar una mano, vengo a dar toda mi vida. Quiero caminar con ustedes y posar mis pies sobre las huellas del maestro que es camino verdad y vida. Quiero anunciarles a Jesús y anunciarlo con ustedes con valentía que él está vivo en medio de nosotros. Quiero servir a Jesús con ustedes en aquellos que más lo necesitan: en los pobres, en los más alejados, en los que sufren. Mi padre San Agustín decía Soy obispo para ustedes, soy cristiano con ustedes. La condición de obispo connota una obligación, la de cristiano. La primera connota un peligro la segunda una salvación. Aun así, gracias a la calidad pastoral la obligación se transforma en servicio y en oportunidad de progreso y maduración. Quiero agradecerles la acogida tan cordial y calurosa que me han dispensado. Ha sido verdaderamente conmovedor llegar a San Juan y saber que estaban rezando por mí. Y preparándose para vivir juntos este momento de mi ordenación episcopal. Estoy muy muy feliz de estar en San Juan y ser parte de esta iglesia a la que Jesús me pide amar. Mucha gente cuando llegué me dijo te vas a enamorar de San Juan, y en estos días que ya llevo con ustedes les tengo que confesar que es así, me estoy enamorando de San Juan. Perdón, me corrijo, San Juan ya me ha enamorado”, cerró.